"Id,pues,vagabundos sin tregua,errad,funestos y malditos,a lo largo de los abismos y las playas,bajo el ojo cerrado de los paraísos".Paul Verlaine

miércoles, 8 de mayo de 2013

Miércoles, 4:00 a.m.


  Jamás he visto la Gran Vía de Granada enfundada en un silencio, una calma y una soledad tan absoluta. Paisajes como este es lo que confirma, una vez más, mi convicción de querer seguir trabajando de noche, detrás de una de las pocas puertas de cristal que permanecen iluminadas, envueltas en la negrura, como una luciérnaga rutilante y desorientada en la ciudad. Me quedé sin tabaco. Eran las cuatro de la madrugada. El trabajo estaba tranquilo así que salí a la calle en busca de algún quiosco o tienda de comestibles para poder comprar una cajetilla...Y aparecí en mitad de una Gran Vía detenida, nocturna y silenciosa. Parecía una calle que se mirara sus adentros, como reflexionándose.Me planté en medio de la carretera y agarré el teléfono para hacer esta foto. Son unos siete años los que llevo trabajando de noche, saltando de un lugar a otro.Y a pesar de las ojeras moradas, del cansancio que arrastro durante el resto del día y de las largas horas de mudez persistente, no renuncio a ella. Porque la noche tiene un movimiento de calendario lento y una soledad que inventa oscura relojería. Los semáforos cambian de color, una vez y otra, para nadie, sus siluetas de peatones parpadeantes son como bengalas que se lanzan en alta mar para ser devoradas por la oscuridad. Pensé que no hay mayor soledad que la de los muñecos luminosos de los semáforos invitando a cruzar o detenerse a nadie. La noche de la ciudad tiene algo de plomo líquido y frío que se desvanece durante el día. Por la noche se aprende a descifrar el blues que rueda por el asfalto ya silencioso, si pegas la oreja a la carretera puedes escuchar el bramido de coches y gomas que se ensordecieron durante la mañana. Me gusta la noche porque es de los gatos y las alimañas que durante el día dormitan por las alcantarillas. El día huele a betún, a talco sucio y zapatos nuevos. Por la noche es el temblor de los borrachos que sueñan que se atragantan en una lluvia sin fin.


13 comentarios:

  1. como dicen por mis tierras:
    de traca i mocador senyor meu.
    inmenso Molina.

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    1. Tú y yo sabemos que un día no muy lejano desatornillaremos la caja de los semáforos y cruzaremos los cables, pelados, para que los muñecos que viven dentro dancen juntos y se amen sin interrupciones ambarinas, en una intermitente mezcolanza de parpadeos. Veremos como se ruboriza el paso de cebra.Un abrazo, grande, compañero

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  2. De una belleza perpetrada con todos los agravantes de la ingravidez: nocturnidad y alevosía. Luces que deslumbran. Ahora el sol ya molesta.

    Un abrazo

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    1. Gracias por tus palabras, maese.Y por esparcirlas y compartirlas. La noche es para los poetas sibilinos,las esfinges y los ríos de profundo calado, como el tuyo. En su espléndido libro "Inquisición de la poesía", Celaya cuenta que hay dos tipos de poetas : los nocturnos y los diurnos. Incluso un amigo médico le comentaba que la diferencia entre los que crean durante el día o los que lo hacen durante la noche, se debía a que unos tenían un temperamento asténico y los otros, pícnico.Es una explicación exagerada y simplista, pero simpática. Un abrazo Miguel

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  3. Magnífica introspección nocturna. A mí me pasa que llevo muchos años sin andar por las calles de Granada a esas horas (los que levamos demasiada juventud acumulada no trasnochamos), pero conozco esta bulliciosa y contradictoria ciudad que me repele y atrae a partes iguales.
    Me ha gustado mucho esta entrada, recomendada por Miguel Cobo.
    Un saludo,

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    1. ¡Gracias Alberto!. ¿Vives en Granada?. ¡Deberíamos tomarnos unas cañas!. Veo que tú también percibes la ciudad de la misma manera que yo lo hago. Si las ciudades tienen una personalidad característica, Granada es lo más parecido a una amante caprichosa, difícil y muy contradictoria. En una misma jornada uno es capaz de odiarla y amarla en un breve lapsus de tiempo. Estoy en ella y clamo por salir y cuando salgo me atraganto de nostalgia por volver a ella. Es una ciudad muy jodida. Un abrazo y gracias por tus palabras.

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  4. Cuando llego a 'Los semáforos cambian de color, una vez y otra, para nadie...'es que se me antoja como una pesadilla, esa de venga flores, y flores y flores a nuestros muertos callados.
    Y en tal punto andaba, noches con días que ni miran ni ven.
    Piensan, si acaso.

    [¡Poesía pura, Jorge, mester! Me ha maravillado]

    Abrazos

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    1. Muchas gracias Pilar !.La soledad de los muñecos de los semáforos es muy triste, viven en el mismo cubículo y están condenados a no verse jamás. Un abrazo y gracias por tu lectura atenta.

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  5. Ups, se me coló una errata (alimaña nocturna),corregida. Gracias por vuestros comentarios a este retazo autobiográfico de un instante de la noche pasada.Cuando salí a comprar tabaco y me detuve en la carretera de Gran Vía a las 4:00 y la ví tan desierta y silenciosa, me impresionó.Sobre todo porque vivo a 10 metros de ella e intentar dormir durante el día es una quimera...Tanto ruido. Así que encontré una tiendecita,compré el tabaco, volví al trabajo y escribí esta estampa.

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  6. Ojalá a mi trabajar de noche me resultara tan poético...

    Besos.

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  7. Poetizarlo es la única manera que tengo de engañar a la desidia, la rutina, el cansancio y los desarreglos que me producen trabajar de noche...

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  8. y cuanto ayuda la poesía a pasar esas horas sepultadas en las ataduras de la sociedad. A volar y planear lugares incertos, a imaginarnos desde el otro lado del espejo, a embellecer lo cotidiano y verle la cara más tierna a esos monstruos que nos acechan...
    dicen que trabajar de noche embejece, que las horas que nos quitamos de sol nos las quitamos de vida, pero es que la noche tiene tanto encanto y misterio que ha sido como un viaje por los suburbios, por la oscuridad por su cara oculta.

    Gracias por compartirlo

    Besos


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