"Id,pues,vagabundos sin tregua,errad,funestos y malditos,a lo largo de los abismos y las playas,bajo el ojo cerrado de los paraísos".Paul Verlaine

domingo, 24 de marzo de 2013

(Sin Título) (Recitado)


Nunca fui un hábil orador y mucho menos todavía tuve talento alguno para la interpretación y el recitado.
Albergo terroríficos recuerdos de ataques de ansiedad, nerviosismo y náuseas cuando, tras recibir algún premio de poesía, tuve la obligación de subirme al escenario y sufrir un martirio de lectura y tartamudeo. Mi cerebro se esfuerza y trabaja duro para eliminar de un plumazo aquellas escenas. Que no vomitase en alguno de aquellos momentos fue todo un logro que debo a aquellos logopedas con los que pasé un par de años de mi infancia. Sólo me enseñaron técnicas de relajación,en fin, poca cosa.Todavía hoy, a mis treinta, hay días, situaciones y determinadas personas que me causan aquella tartamudez de antaño y esa mezcolanza de nerviosismo y ansiedad que hacía colapsar mis cuerdas vocales. Hoy es domingo, una de esas tediosas mañanas de domingo en las que la vida es una paleta aceitosa en la mano de un pintor lisiado.Y no se me ha ocurrido una idea mejor que coger una grabadora y grabarme recitándo un par de poemas... Un abrazo para todos.


oficio de vivir.mp3 Hetaira.mp3

miércoles, 20 de marzo de 2013

Cuatro poemas de Gonzalo Rojas,maestro mágico.



EL FORNICIO

Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones,
te turbulentamente besara,
mi vergonzosa, en esos muslos
de individua blanca, tocara esos pies
para otro vuelo más aire que ese aire
felino de tu fragancia, te dijera española
mía, francesa mía, inglesa, ragazza,
nórdica boreal, espuma
de la diáspora del Génesis... ¿Qué más
te dijera por dentro?
                                 ¿griega,
mi egipcia, romana
por el mármol?
                       ¿fenicia,
cartaginesa, o loca, locamente andaluza
en el arco de morir
con todos los pétalos abiertos,
                                               tensa
la cítara de Dios, en la danza
del fornicio?

Te oyera aullar,
te fuera mordiendo hasta las últimas
amapolas, mi posesa, te todavía
enloqueciera allí, en el frescor
ciego, te nadara
en la inmensidad
insaciable de la lascivia,
                                      riera
frenético el frenesí con tus dientes, me
arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo
de otra pureza, oyera cantar las esferas
estallantes como Pitágoras,
                                          te lamiera,
te olfateara como el león
a su leona,
                para el sol,
fálicamente mía,
                          ¡te amara! 



 PERDÍ MI JUVENTUD EN LOS BURDELES...

Perdí mi juventud en los burdeles
pero no te he perdido
ni un instante, mi bestia,
máquina del placer, mi pobre novia
reventada en el baile.


Me acostaba contigo,
mordía tus pezones furibundo,
me ahogaba en tu perfume cada noche,
y al alba te miraba
dormida en la marea de la alcoba,
dura como una roca en la tormenta.


Pasábamos por ti como las olas
todos los que te amábamos. Dormíamos
con tu cuerpo sagrado.
Salíamos de ti paridos nuevamente
por el placer, al mundo.


Perdí mi juventud en los burdeles,
pero daría mi alma
por besarte a la luz de los espejos
de aquel salón, sepulcro de la carne,
el cigarro y el vino.


Allí, bella entre todas,
reinabas para mí sobre las nubes
de la miseria.


A torrentes tus ojos despedían
rayos verdes y azules. A torrentes
tu corazón salía hasta tus labios,
latía largamente por tu cuerpo,
por tus piernas hermosas
y goteaba en el pozo de tu boca profunda.


Después de la taberna,
a tientas por la escala,
maldiciendo la luz del nuevo día,
demonio a los veinte años,
entré al salón esa mañana negra.


Y se me heló la sangre al verte muda,
rodeada por las otras,
mudos los instrumentos y las sillas,
y la alfombra de felpa, y los espejos
copiaban en vano tu hermosura.


Un coro de rameras te velaba
de rodillas, oh hermosa
llama de mi placer, y hasta diez velas
honraban con su llanto el sacrificio,
y allí donde bailaste
desnuda para mí, todo era olor
a muerte.


No he podido saciarme nunca en nadie,
porque yo iba subiendo, devorado
por el deseo oscuro de tu cuerpo
cuando te hallé acostada boca arriba,
y me dejaste frío en lo caliente,
y te perdí, y no pude
nacer de ti otra vez, y ya no pude
sino bajar terriblemente solo
a buscar mi cabeza por el mundo.


TERESA

En cuanto a mí me embrutecí
de ti oliéndote al galope todo el cuero, esto es
toda la fragancia de la armazón, el triángulo
convulso, me
-a lo largo de tu espinazo- embrutecí
de ti, por
viciosilla arcángélica, aleteante
la nariz, por pájara
afro y a la vez exenta, por
motora a diez mil, por
oxígena de mi oxígeno me
embrutecí de ti, por
esas dos rodillas
que guardaron todo el portento
diáfano, por
flaca, por
alguna otra vertiente
que no sé, por adivina
entre las adivinas esto quiere decir por puta
entre las putas, por santa
que me dio a comer visiones en
la mácula de la locura
del castillo interior que ando buscando en
la reñiñez, por
la gran Teresa caliente de Babilonia que eres, alta
y sagrada, por
cuanta hermosura enloquecedora hay en la Poesía para mí
me embrutecí de ti.


LOS VERDADEROS POETAS SON DE REPENTE

  
Sobre un acorde de Chihuahua:
-Los niños en el río
miden el fondo
de la transparencia.
Los verdaderos poetas son de repente:
nacen y desnacen, dicen
misterio y son misterio, son niños
en crecimiento tenaz, entran
y salen intactos del abismo, ríen
con .el descaro de los 15, saltan
desde el tablón del aire al roquerío
aciago del océano sin
miedo al miedo, los hechiza
el peligro.  
Aman y fosforecen, apuestan
a ser, únicamente a ser, tienen mil ojos
y otras mil orejas, pero
las guardan en el cráneo musical, olfatean
lo invisible más allá del número, el
vaticinio va con ellos, son
lozanía y arden lozanía.  
Al éxtasis
prefieren el sacrificio, dan sus vidas
por otras vidas, van al frente
cantando, a cada uno
de los frentes, al abismo
por ejemplo, al de la intemperie anarca,
al martirio incluso, a las tormentas
del amor, Rimbaud
los enciende:
«Elle est retrouvée
Quoi? L´Eternité »  
Pero la Eternidad es esto mismo.

martes, 19 de marzo de 2013

Houellebecq y la rue de Rivoli

Hace unas semanas,paseando por la Rue de Rivoli, me crucé con Michel Houellebecq.Me extrañó verlo en París pues pensaba,tras leer su última novela "El mapa y el territorio", que se había autoexiliado a una casita en Dublin.Su andar era como me lo había imaginado; Nervioso,cabizbajo y muy ligero.Ligero como el andar de esos yonkis que uno se cruza en las tardes de esos barrios sin nombre que sirven de puente entre el centro de las ciudades y la periferia,ansiosos por llegar a su destino para hacerse con una dosis. Mi acompañante, un joven escritor parisino en ciernes, me dijo que era muy normal cruzarse con él por las inmediaciones del Sena y los bulevares más céntricos. Caminaba,como digo, rápido y con la cabeza muy inclinada,parecía una genuflexión en movimiento.Yo, sabedor de su empedernida misantropía,me ahorré hasta el más mínimo gesto, ya fuese una sonrisa, un guiño o un rápido arqueo de cejas. Algo que le dijese que había detectado su presencia y sirviese como homenaje el leve centelleo de la gesticulación que no me atreví a hacerle. Horas después recordé varios de sus poemas y la tierna ironía, el doméstico cinismo y la enfangada filosofía que respiran.

I

SO LONG

Siempre hay una ciudad, huellas de poetas
Que se cruzaron con su hado entre sus muros
El agua corre un poco por todas partes, la memoria murmura
Nombres de ciudades, nombres de personas, agujeros en la cabeza.

Y es siempre la misma historia que comienza de nuevo,
Horizontes destrozados y salones de masaje
Soledad asumida, respeto por el vecindario,
No obstante hay personas que existen y que danzan.

Son personas de otra especie, de otra raza,
Danzamos absolutamente vivos una danza cruel
Tenemos pocos amigos pero poseemos el cielo,
Y la infinita solicitud de los espacios;

El tiempo, el anciano tiempo que prepara su venganza,
El incierto murmullo de la vida que fluye
Los silbidos del viento, las gotas de agua que ruedan
Y la alcoba amarillecida en donde nuestra muerte se adelanta.

II

UNA VIDA DE NADA

Yo ya me sentí viejo al poco de nacer;
Los demás luchaban, deseaban, suspiraban;
En mí no sentía más que una añoranza imprecisa.
Nunca tuve nada parecido a una infancia.

En la profundidad de ciertos bosques, sobre una alfombra de musgo,
Repugnantes troncos de árbol sobreviven a su follaje;
En torno a ellos se forma una atmósfera de luto;
En su piel ennegrecida y sucia medran los hongos.

Yo no serví jamás a nada ni a nadie;
Lástima. Vives mal cuando es para ti mismo.
El menor movimiento constituye un problema,
Te sientes desgraciado y, sin embargo, importante.

Te mueves vagamente, como un bicho minúsculo.
Ya apenas eres nada, pero, ¡qué mal lo pasas!
Llevas contigo una especie de abismo
Mezquino y portátil, levemente ridículo.

Dejas de ver la muerte como algo funesto;
De vez en cuando ríes; sobre todo al principio;
Intentas vanamente adoptar el desprecio.
Luego, lo aceptas todo, y la muerte hace el resto.

III

EL AMOR, EL AMOR

En un cine porno, unos jubilados cascados
Contemplaban, escépticos,
Los retozos mal filmados de dos lascivas parejas;
No había argumento.

He ahí, pensaba yo, el rostro del amor,
El auténtico rostro.
Algunos son seductores, y seducirán siempre,
Y el resto sobrevive.

No existe ni el destino ni la fidelidad,
Sólo cuerpos que se atraen,
Sin sentir ningún apego ni, desde luego, piedad,
Uno juega, y después destroza.

Algunos son seductores y por lo tanto muy amados;
Sabrán lo que es un orgasmo.
Pero hay tantos otros cansados y sin nada que ocultar,
Ni siquiera un fantasma;

Si acaso, una soledad agravada por la impúdica
Alegría de las mujeres;
Si acaso, una certeza: “Eso no es para mí”,
Un oscuro y pequeño drama.

Con certeza morirán un poco desengañados,
Sin ilusiones poéticas;
Practicarán a conciencia el arte de despreciarse,
Será algo mecánico.

Me dirijo a todo aquel que nunca haya sido amado,
Que nunca supo gustar;
Me dirijo a los ausentes del sexo liberado,
Y del placer corriente.

No temáis, amigos, vuestra pérdida es mínima;
El amor no existe en ninguna parte.
Sólo es una broma cruel de la que vosotros sois víctimas,
Una jugada de experto.

Michel Houellebecq.

sábado, 16 de marzo de 2013

( Sin título )





He vendido tu lengua, las manos frías,
por monedas de tránsito lluvioso.

He envejecido, repentino, partiendo
la concavidad de dura nieve.
Aciago de espesura, he desolado, rapaz, la inmensa serenidad
de las ciudades deshabitadas.

Ahora duermes
fuera del alcance
de la lluvia
que tañe
la monotonía del miedo.

Yo he vendido la luz;
ese relámpago, miserable, que nos miente
y apenas si alimenta tempestades.

Anoche vendí tu lengua
y envejecí hallando lluvia
en la que derramarme.

miércoles, 13 de marzo de 2013

EN “LA UNIÓN LIBRE”, BRETON NOS SUSURRA LO QUE QUISIÉRAMOS ESCUCHAR DE LABIOS DE UN AMANTE


André Breton, en este poema —quizá el más famoso de todos, en este caso del libro “Clair de Terre”— describe para si mismo a una mujer poderosa y dueña de unas características que la hacen única y dominante. Uno de los versos la llama “Mi mujer con sexo de espejo”, pero eso mismo nos advierte que no debe tener necesariamente un sexo definido de mujer, sino que podría cambiar de acuerdo a los contextos y al reflejo que estos puedan mostrar al exterior, como lo que espera "la gente" de una mujer o tal como pueda ser estereotipada en relación a ciertos elementos que la deberían definir. Se trata por tanto de un poema que puede ser recitado al más íntimo o secreto de los amantes, sea éste hombre o mujer; o por cualquier persona a otra, ya sea mujer u hombre, homo, hétero, bisexual o travestido aquel que lo recite.

*** *** ***

LA UNIÓN LIBRE
André Breton, 1931


Mi mujer con cabellera de llamaradas de leño
Con ideas de ardientes centellas
Con talle de reloj de arena
Mi mujer con talle de nutria entre los dientes de un tigre
Mi mujer con boca de escarapela y ramos de estrellas de radiante esplendor
Con dientes de huellas de ratoncillo blanco sobre la blanca tierra
Con lengua de ámbar y de vidrio bruñidos
Mi mujer con lengua de hostia apuñalada
Con lengua de muñeca que abre y que cierra los ojos
Con lengua de piedra preciosa
Mi mujer con pestañas escritas por niños
Con las cejas como arcos de nido de golondrina
Mi mujer con sienes de pizarra de techo de invernadero
Y vaho en los cristales
Mi mujer con hombros de champán
Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
Mi mujer con muñecas de cerilla
Mi mujer con dedos de azar y de as de corazones
Con dedos de heno recién segado
Mi mujer con axilas de marta y semillas
De la noche de San Juan
De alheña y de nido de pez tropical
Con brazos de espuma de mar y de esclusa
De entrevero de trigo y molino
Mi mujer con piernas de bengala
Con inercias de relojería y desesperación
Mi mujer con pantorrillas de esencia de saúco
Mi mujer con pies de iniciales
Con pies de llaveros con pies de pájaros que beben
Mi mujer con el cuello de cereal sin trillar
Mi mujer con garganta de mina de oro
Convocada en el mismo lecho del torrente
Con los senos de noche
Mi mujer con senos de cueva marina
Mi mujer con senos de crisol de rubí
Con senos de espectro de rosa cubierta de rocío
Mi mujer con su vientre abierto como abanico de los días
Con vientre de garra gigante
Mi mujer con la espalda vertical de un pájaro que huye
Con espalda de azogue
Con espalda de luz
Con nuca de canto rodado y de tiza mojada
Y de caída de un vaso en el que ya hemos bebido
Mi mujer con caderas de barquilla
Con caderas de araña de luz y de plumas de flecha
Y de tallos de plumas de pavo blanco real
De balanceo inclemente
Mi mujer con nalgas de gres y de amianto
Mi mujer con nalgas de lomo de cisne
Mi mujer con nalgas de primavera
Con sexo de gladiolo
Mi mujer con sexo de placer aurífero y de ornitorrinco
Mi mujer con sexo de alga y caramelos antiguos
Mi mujer con sexo de espejo
Mi mujer con ojos llenos de lágrimas
Con ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
Mi mujer con ojos de pradera
Mi mujer con ojos de agua para beber en prisión
Mi mujer con ojos de bosque amenazados por el hacha
Con ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego

*** *** ***

L’UNION LIBRE

(De Clair de Terre )

Ma femme à la chevelure de feu de bois
Aux pensées d’éclairs de chaleur
A la taille de sablier
Ma femme à la taille de loutre entre les dents du tigre
Ma femme à la bouche de cocarde et de bouquets d’étoiles de dernière grandeur
Aux dents d’empreinte de souris blanche sur la terre blanche
A la langue d’ambre et de verre frottés
Ma femme à la langue d’hostie poignardée
A la langue de poupée qui ouvre et ferme les yeux
A la langue de pierre incroyable
Ma femme aux cils de bâton d’écriture d’enfant
Aux sourcils de bord de nid d’hirondelle
Ma femme aux tempes d’ardoise de toit de serre
Et de buée aux vitres
Ma femme aux épaules de champagne
Et de fontaine à têtes de dauphins sous la glace
M femme aux poignets d’allumette
Ma femme aux doigts de hasard et d’as de cœur
Aux doigts de foin coupé
Ma femme aux aisselles de martre et de fênes
De nuit de la Saint Jean
De troène et de nids de scalares
Aux bras d’écume de mer et d’écluse
Et de mélange du blé et du moulin
Ma femme aux jambes de fusée
Aux mouvements d’horlogerie et de désespoir
Ma femme aux mollets de moelle de sureau
Ma femme aux pieds d’initiales
Aux pieds de trousseaux de clefs aux pieds de calfats qui boivent
Ma femme au cou d’orge imperlé
Ma femme à la gorge de val d’or
De rendez-vous dans le lit même du torrent
Aux sens de nuit
Ma femme aux seins de taupinière marine
Ma femme aux seins de creuset du rubis
Aux seins de spectre de la rose sous la rosée
Ma femme au ventre de dépliement d’éventail des jours
Au ventre de griffe géante
Ma femme au dos d’oiseau qui fuit vertical
Au dos de vif argent
Au dos de lumière
A la nuque de pierre roulée et de craie mouillée
Et de chute d’un verre dans lequel on vient de boire
Ma femme aux hanches de nacelle
Aux hanches de lustre et de pennes de flèche
Et de tiges de plumes de paon blanc
De balance insensible
Ma femme aux fesses de grès et d’amiante
Ma femme aux fesses de dos de cygne
Ma femme aux fesses de printemps
Au sexe de glaïeul
Ma femme au sexe de placer et d’ornithorynque
Ma femme au sexe d’algue et de bonbons anciens
Ma femme au sexe de miroir
Ma femme aux yeux pleins de larmes
Aux yeux de panoplie violette et d’aiguille aimantée
Ma femme aux yeux de savane
Ma femme aux yeux d’eau pour boire en prison
Ma femme aux yeux de bois toujours sous la hache
Aux yeux de niveau d’eau de niveau d’air de terre et de feu
Traducción : Miguel Veyrat