Nuestra ruina
es la angustia
de un perro
que confundió
su itinerario
regresando
a casa
por calles
mal iluminadas.
Cada esquina
fue el precio
de una espera.
Los charcos
de la ciudad
contenían
la canción
de las tormentas.
El camión
de la basura
tan solo mudó
de espacio
la miseria pequeña
que sobrevivió
a la voracidad
de otro
nuevo día.
Las tuberías
lo retransmitieron;
música oscura
de vómito
llanto y orín.
La bombilla
de nuestro
dormitorio
susurraba
en morse
a las cucarachas
para que pudiesen
abandonar el suelo
a tiempo.
Todo se nos
derrumbaba encima,
mi amor,
incluso las paredes
lo sabían :
las grietas
son una tragedia
que avanza
con la obstinación
de los desiertos.
Ahora sabemos
que la ruina
es el final
de toda
arquitectura.
arquitectura.
Tarde o temprano, el amor es una casa en ruinas. Un perro que no sabe volver.Bombillas que olvidan la silueta de dos cuerpos hostigándose sobre la cama. Grietas que acechan detrás de los tabiques, cañerías oxidadas...
ResponderEliminarGracias...
ResponderEliminarA ti, siempre.
EliminarSí, trabajamos las grietas. Erigimos ruinas una y otra vez. No conocemos otro modo de permanencia.
ResponderEliminarCertero poema, Jorge.
Un abrazo.
Otro abrazo grande para ti Antero, grande y fraternal, esas palabras,viniendo de ti,son una bocanada de aliento que me empuja. Gracias
EliminarSí, casi lo mejor sería vivir en el desierto eterno, allí no hay grietas pero...
EliminarSaludos Jorge
En el desierto aquel de Percy Shelley donde hallaremos los restos de Ozymandias.
EliminarSi no fueran ruina, antes seremos nosotros desierto.
ResponderEliminarIgual de trágico, por verdad.
Y desolación, Jorge.
Abrazo
somos derrumbe, jorge...
ResponderEliminarun beso grande
(la palabra verificadora me pone un poco mal, porque tardo varios en pegarla!!!)
Eliminar:)
Con nuestras ruinas vamos apuntalando nuestra vida. Otro beso para ti, Lila querida
EliminarToda obra genera sus escombros. La ruina es una redundancia de la vida. Pero tú la sustentas con palabras hermosas que nunca son lastre: la médula de esta columna vertebral.
ResponderEliminarAve Fénix, Jorge, amigo, me ha encantado.
Somos las grietas por las que vemos pasar la vida detrás de los tabiques. Gracias por tu lectura maese, tus versos me hacen mejor. Un abrazo riográfico
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