DEVENIR DEL PERDIDO Y SU ENCUENTRO
I
He vendido mi alma dos veces al diablo,
Por monedas de niebla y curso clandestino
En países que nadie se ha atrevido a fundar.
Un realista que vive el mundo de los sueños,
Un soñador que quiere vivir la realidad.
Mal destino es el tuyo. Así te va.
L. García Montero.
No me encuentro entornando los párpados,
se diría que duermo sin descanso
pintando playas, olas y remansos
que arrastran lo que ya creí alcanzado.
Pleamar que me arrebata lo encontrado,
plenitud inasible que no alcanzo,
robaré de mi tiempo el acto manso
y vestiré la piel de alguien esperado.
Para ello disfrazaré mi esqueleto
y así, esconderlo tras el escenario
de todos los instantes cotidianos,
y cuando nos quedemos tú y yo a solas
me dejarás que te proponga el reto
de encontrar mi destino con tus manos.
Tengo sueños que la gente ignora
porque si aturdido grito despierto
hallo y postulo un silencio que enhiesto
alza murallas donde nadie mora.
Quizás oiga alguien los gestos que corrobora
el auxilio de mi parco desierto,
porque duermo ejecutando el tiempo yerto
en prisiones donde nadie me llora.
Mas nunca el sueño encarnó sus figuras
que trémulas custodian la almohada,
quise al despertar llorar sin hacerlo
mas saber que hay una historia dorada
entre tu realidad y mi sueño
abrí los ojos y te amé sin quererlo.
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Y de tercero, un soporífero empacho de exultante barroquismo y de un modernismo tan almibarado que haría estremecer al mismo Francisco Villaespesa en su tumba. Creo que muchos atravesamos esa etapa literaria en la que creemos que cultivar un lenguaje excelso y preciosista nos hará parecer más listos y delicados.
EL DOLOR DEL POETA
Nada más
triste que un titán que llora,
Hombre-montaña encadenado a un lirio,
Que gime fuerte, que pujante implora:
Víctima propia en su fatal martirio.
(A un poeta). (Rubén Darío)
Quien te vio crecer
desnudo en el desvelo
halló al cisne negro
que en tus laberintos
no supo estrechar
presuroso el vuelo
y travistió lo que
hubo de ser jacintos
con el cárdeno fulgor
siempre postrero
que reverbera otoños
en los recintos
donde tu amante
olvidó sus crisantemos.
Y es el mundo tan
amargo y cotidiano
lejos siempre de lo
que fue su esplendor.
Y es la noche
embarazada de silencios
el idioma para quien
el sol no fulgió.
Y es eternamente el
soñoliento poeta
aquel ave fénix de
alas derrocadas,
aquel hijo bastardo
de un extraño dios
que nunca lo hizo
heredero de nada
y si dueño de todo lo
que perdió.
Que nunca aun por osados el viento los aviente
ResponderEliminara cruel destino:
Allí se desvanecen
-poetas y esplendores-
(Y gemirán titanes
y reirán martirios.
Todo se pasa. Los modos y las modas. No así los poemas, si tales eran.
Abrazo