Amarte me costará una casa
empeñar mi vida a la ventana
de alguna alcoba
Saber que el tiempo
anudará cada día tu bata (camisones de antaño)
y que serás previsible, como todas,
cuando me trabajes lenta y acostumbrada,
algún día, ya sin sorpresa,
como el verdugo que ejecuta maldiciendo su suerte
Se perderá, lo sabes, el impulso
que vomitan las caricias,
las horas que te doy para llegar tarde al trabajo
y el soborno que hago sin palabras
para transitar,nuevamente,
desde los tobillos hasta tu garganta
Caeremos sobre los álbumes
con el rumor de consuelo
que proyectan las sombras,
la solvencia de haber sido
mejores en otra vida
más audaces en otro tiempo
capaz de quemar los ojos
con la visión más pálida de un cuerpo
aún vestido y en la lejanía
ese es el reto, ese es el jodido reto. hay que matar al verdugo con el miembro y estrangular a la costumbre con las piernas para que siempre nos humeen los croisants y dos tazas de café por la mañana.
ResponderEliminarse me había pasado por alto este poema y me ha venido como servico auxiliar o doble bola en la máquina del millón.
Matar al verdugo sería una gran opción,pero es que mi vanidad me impide el suicidio.Últimamente ando reescribiendo algunos poemas antiguos y esperando,con ansia,al puñetero parto que se gestó en París. Un abrazo amigo
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